¡También hay hombres buenos!

Por: Ivan Alexis Ruiz / Para Crítica -

A  diario se escuchan quejas, señalamientos y hasta acusaciones por muchos pésimos padres panameños. Ciertamente, tenemos un problema en ese sentido, que ha causado mucho dolor a miles y miles de hijos de hombres irresponsables. Algo muy censurable. Sin embargo, quiero compartirles una historia distinta y esperanzadora.

Tengo el honor de ser amigo de un hombre, al que conozco desde nuestra adolescencia, él ya era un dirigente en el Instituto Nacional. Lo que no sabíamos, era que con el transcurrir de los años, con la profundización de nuestra hermandad, sería un eterno ejemplo de vida. Hablo de Reynaldo Rivera.

La anécdota más importante de Reynaldo es cuando su hijo, al que cariñosamente apodan El Rojo, sufrió un accidente que casi le cuesta la vida; el pronóstico era muy reservado al principio  y se pensaba lo peor; nunca vi a mi amigo desfallecer ni perder la fe, luchó junto a su hijo, y acompañado de sus amigos, vimos como El Rojo empezó a mostrar signos de mejoría. Cuando salió del hospital fue llevado a la casa de su papá y una tarde, llevamos a la Doctora Gai Man Lee, Lili, especialista en medicina tradicional china; ella le aplicó algunos masajes y como Rojo estudió en China ella le dijo, mirándolo fijamente, Ni Hao, y fue cuando Rojo respondió Ni Hao, todos explotamos de alegría y de emoción porque se suponía que eso no sería posible.
Es cuando empieza el trance de Reynaldo con su hijo, en el que lo ví a diario luchando y llevando al Rojo a sus terapias en el CRI, dejando todo por él. Reynaldo se convirtió en uno más del personal que, con tanta vocación y esmero atienden a los pacientes. Siendo de la lista de los únicos hombres que acuden al lugar cómo acudiente, porque se da por entendido que es una tarea de mujeres. Lo hemos visto a él, solo con su hijo, caminando, trotando, yendo a las terapias de forma constante, sin fallar jamás, y sin dejar de lado su militancia política. Cuando Rojo pudo caminar, veíamos a Reynaldo con su hijo, en la campaña electoral, militando, arengando, alentando, con Rojo a su lado.

En una ocasión, lo vimos públicamente en la Teletón, dando testimonio y estimulando a la población panameña a cooperar, y recibió una ovación de parte del público, allí estaba mi hermano de pie junto a su hijo. Ahora, se encuentra como Embajador de la República de Panamá ante la hermana República de Cuba, y sin duda, como ha venido sucediendo logrará que su hijo siga recibiendo terapias.
Qué mejor ejemplo de que también hay hombres que cumplen con el rol de padres y madres al mismo tiempo. Rojo, nunca ha dejado de recibir por parte de Reynaldo, el cariño que se espera reciba de una madre: la ternura, la paciencia, la entrega, el desinterés que, se supone son propios de la madre, los ha recibido El Rojo, de su padre. En honor a todos los Reynaldos, silenciosos y abnegados.

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